Acabo de realizar un agradable
viaje por España. Un país lleno de magia, y a pesar de haber vivido allí
algunos años, como latinoamericana, sigo deslumbrándome con esas edificaciones
oscuras del medio evo occidental y con esas otras, llenas de luz, de agua, de
alegría del entonces mundo oriental: los califatos islámicos que se adueñaron
de la mitad de lo que hoy es España en ese mismo periodo.
Pero más allá de seguirme
sorprendiendo con estas maravillas españolas, descubrí cambios muy interesantes
en los hábitos de consumo, dignos de exposición y discusión, que según me doy
cuenta, aparecieron con la dura crisis que ha golpeado el país por ya 6 años
seguidos. Si bien es cierto, hay historias humanas dramáticas que merecen ser
conocidas y contadas, hoy quiero hablar de este aspecto esperanzador para una
España todavía en medio de una crisis.
Mi viaje coincidió con las
segundas rebajas de verano, que suelen ser más apetitosas que las primeras,
aunque bastante más limitadas por la escasa cantidad de producto antiguo que prevalece
para la venta, sin embargo, más allá de esas rebajas que normalmente activan el comercio y el consumo, vi un país más dinámico desde el punto de vista
comercial. Años atrás se conversaba con cualquier joven recién egresado de la
Universidad y su aspiración inmediata era presentarse a oposiciones
para llevar una vida de funcionario público más sosegada y con un sueldo, a veces apretado (dependiendo de la oposición deseada) pero seguro. La inquietud por el
emprendimiento casi sonaba a cuento chino, nunca mejor dicho porque siempre fueron los inmigrantes chinos quienes se dedicaron a abrir pequeños comercios allá donde se
establecían, siendo los más populares los “Todo a 100 (pesetas)”. Hoy, la crisis ha dado paso
al surgimiento de pequeños comercios de toda índole que le plantan cara a las
grandes superficies o las grandes tiendas departamentales creando, a mi modo de
ver, una competencia más equitativa, ya
no por ayudas gubernamentales o europeas que en algún momento dieron la mano al
pequeño comerciante, sino por las ganas de superación y el gusto por el
servicio que percibí en esta visita.
Negocios que antes podían
pensarse exclusivos de grandes marcas, hoy, son blanco del pequeño
emprendimiento: tiendas de perfumes alternativos, las más famosas versiones de
los perfumes comerciales, con buena fijación y duración, a 6 euros los 50 ml;
boutiques de frutas y verduras de huerto familiar, más baratas y con más sabor que
antes sólo se conseguían en los pueblitos más pequeños; nuevas tiendas de
helados artesanales; de alpargatas adaptadas a la última moda por 5
euros el par, rebajadas, claro, pero incluso en rebaja los precios son mejores que
años atrás; nuevas tiendas especializadas en maquillaje actual y barato que,
me parece, han obligado a las famosas Séphora e Yves Rocher a mejorar sus
ofertas para hacerle frente al pequeño comercio; y por supuesto, respondiendo
al gusto español, bares y más bares de tapeo que aunque los mismos españoles
bromean diciendo que es la idea más fácil y con demanda más garantizada, vi
mucha creatividad y competitividad en las promociones para atraer a un cliente
bastante menguado en su presupuesto: una cerveza con su respectiva tapa por
1.20 euros, en ciudades pequeñas, claro está, pero a un precio que hace 8 años
no se veían en ningún rincón de España.
Me gustó mucho ver la forma de
promoción de esos pequeños comercios. Muy al estilo español, de tomarse con
humor casi cualquier situación, los ganchos comerciales con frases como “Promoción anticrisis” lo inundan todo,
y hasta me atrevería a decir que tienen la capacidad de generar una percepción positiva de la tan cuestionada palabra. Gran alegría, al
descubrir la proliferación de comunicación en medios digitales, y es que con
presupuesto corto las promociones en Facebook, los hashtags en Twitter o las
tendencias en Instagram resultan las estrategias más efectivas. El negocio más
pequeño cuenta con sus propiedades online básicas y bastante activas: Página
web, perfil de Facebook, cuenta en Twitter y una altísima utilización de
Códigos QR.
Por su parte, las marcas o las
empresas consolidadas también ofrecen atractivos descuentos, promociones
especiales o envases ahorradores y da la impresión que se han tenido que
acomodar en márgenes menos atractivos (pero más justos) para poder competir con
las marcas blancas de supermercado que ofrecen prestigio, garantía y buen
precio.
Así, a esta España de crisis, he
preferido llamar “España de oportunidades” que se ha abierto al pequeño jugador
de la economía: pequeños comercios, marcas blancas, negocios artesanales,
precios más pequeños también y estoy completamente segura que es sentimiento de
muchos: el consumidor se ha visto beneficiado tanto por cantidad y
disponibilidad como por calidad y precios más justos.
Irene Robles Guzmán
Consultora de Marketing